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domingo, 3 de mayo de 2015

La globalización: un nuevo orden para actuar.

En algún momento se cruzó una línea divisoria, la mayoría de los economistas dicen que se produjo en 1973 con la primera crisis del petróleo, otros hacen referencia a la revolución experimentada por los medios de comunicación y la tecnologías de la información, lo cierto es que en los últimos años se ha producido un cambio trascendental que ha supuesto una profunda remodelación conceptual. Es decir, en un período relativamente corto de tiempo la percepción del mundo desde la óptica de la economía se centra cada vez en la relación y la interdependencia.

Como fenómeno, la globalización tiene su impulso básico en el progreso técnico y, particularmente, en la capacidad de éste para reducir el costo de mover bienes, servicios, dinero, personas e información. Este fenómeno de “reducción de la distancia económica” ha posibilitado aprovechar las oportunidades existentes en los mercados de bienes, servicios y factores, disminuyendo, aunque no eliminando, la importancia de las barreras comerciales. (V. Donoso, 1997,108)
Aunque los factores de globalización son múltiples se pueden distinguir cuatro grandes grupos de elementos explicativos:

(Forsner, H., Ballance, R., 1990)

Factores sociales y de gobierno
Factores derivados de la presión de los costos
Factores relacionados con el mercado y la demanda
Factores derivados de la competencia.
Dentro de los factores sociales y de gobierno se encuentran como aspectos más destacables:

Las políticas de libre intercambio, ya que la globalización supone que el comercio internacional es ante todo posible (mayor apertura de fronteras), más factible (acuerdos internacionales de libre comercio) y menos costoso (aranceles cada vez más bajos)
La lógica y razonable armonización técnica que lenta, pero inexorablemente, se está produciendo en casi todos los sectores de la economía mundial.
La integración económica de grandes zonas tales como la Unión Europea, MERCOSUR, NAFTA, que representan un proceso de creación de mercados interiores libres de obstáculos aduaneros, pero también de unificación de las condiciones técnicas, reglamentarias, sociales, fiscales y monetarias de las actividades de los países miembros.
El papel de las tecnologías de la información y la comunicación que han aproximado las relaciones humanas y comerciales de forma impensable hace algunos años.
En relación con los factores derivados de la presión de los costos, se refiere a la necesidad que tienen las empresas de aumentar las cuotas de mercado con el ánimo de reducir los costos medios totales (economías de escala) y a la vez alcanzar costos directos menores mediante el efecto experiencia (curvas de experiencia) y la mayor facilidad para llegar a cualquier punto por reducción de los costos logísticos y de transporte.

Por otra parte, la investigación y desarrollo es otro elemento que presiona a favor de la globalización, puesto que el avance tecnológico, capaz de cambiar la configuración competitiva de sectores enteros, exige estar en el centro de las innovaciones ya que ningún país es autosuficiente desde un punto de vista tecnológico. También la diferencia de costos entre distintos países provoca que algunas industrias se asienten en países distintos o bien empresas de países con costos inferiores traten de abordar mercados apetecibles y con márgenes más atractivos.

En el grupo de los factores de mercado y demanda se destaca la presión por crecer, es decir, se trata de aumentar el volumen de negocio a través del acceso a un mercado más amplio, con el objetivo de responder a nuevas necesidades de los consumidores cada vez con gustos más similares aunque con diferentes exigencias de personalización. Otros elementos son la existencia de una nueva demanda más global y el aprovechamiento de los nuevos sistemas globales de distribución.

Finalmente, en el grupo de factores derivados de la competencia se encuentra el aumento del comercio mundial, que motiva a las empresas a participar de una mayor internacionalización en sus actividades. Por otra parte, la interdependencia de las naciones moviliza el natural incremento de los flujos de bienes y servicios. También la existencia de competidores multinacionales y la propia globalización de la competencia exigen responder en todos los frentes posibles.

La creciente globalización de los mercados se refleja en el fuerte incremento del comercio mundial en las tres últimas décadas que ha superado holgadamente el incremento del producto mundial y en el auge de la inversión directa en el extranjero que ha crecido desde 1970 a tasas insospechadas. Se ve reflejada también en la integración de los propios mercados, el desarrollo de acuerdos de cooperación entre países y el levantamiento de algunos tipos de controles.

Por otra parte, la fuerte necesidad de ganar competitividad estimula a las empresas a operar en mercados más amplios, cooperando y compitiendo en un juego que se percibe mutuamente beneficioso.

El concepto de globalización se apoya, por tanto, en una serie de aspectos fundamentales como son: la interdependencia económica y la integración física de los mercados, la estandarización de productos, la homogeneización de las demandas nacionales y la visión de que las ventajas competitivas no se alcanzan por la suma de los países sino por la integración de actividades coordinadas a nivel global. (Ventura, J., 1994)

Este fenómeno de la globalización de la vida económica afecta a todos los interlocutores sociales. En primer lugar, a las empresas se le presentan nuevas oportunidades para introducir sus productos en los mercados exteriores; pero al mismo tiempo, también se le plantean importantes retos puesto que tendrán que enfrentar en sus mercados locales a las empresas extranjeras, lo que supone una creciente competencia doméstica y una mayor presión para mejorar la calidad y el precio. A los directivos de empresas también le plantea importantes retos pues tienen que operar en mercados geográficos distintos y con clientes diferentes. La globalización aumenta las dificultades y hace más difícil las tareas directivas. Al gobierno, le impone restricciones a la hora de diseñar su política económica, reduciendo su margen de maniobra. (Baraba, V., Zaltman, G., 1992)

El proceso que presupone la internacionalización asociado a la globalización económica y a la competitividad en el marco internacional, son elementos considerados de primer orden al realizar un estudio profundo sobre este tema. Bajo esta presión internacionalizadora, cada vez es más difícil que los competidores, suministradores o clientes accedan a los mercados desde el exterior. La globalización económica está obligando a las empresas a competir en los mercados mundiales y de ahí el interés por la competitividad internacional.

Conforme la economía se va globalizando, las empresas tienen la necesidad de operar en los mercados exteriores puesto que están soportando la acción de competidores de terceros países. De esta forma se ven precisadas a ampliar sus mercados, bien exportando, estableciendo acuerdos ó manufacturando productos en el exterior. (Forsner, H., Ballance, R., 1990)

En la medida en que los límites entre el mercado nacional y el exterior se vayan disolviendo a gran velocidad, las empresas de una determinada área o país se encuentran con la posibilidad de operar en otra área o país, trayendo esto consigo que la intensidad de la competencia crezca y con ello la exigencia de mejora competitiva y la búsqueda de nuevos mercados. Por consiguiente, la salud económica de un país depende de sus propias fuerzas, capacidades, ventajas y nivel para competir. En una economía mundial abierta como la actual, la competitividad es, por consiguiente, una variable fundamental para garantizar el éxito empresarial.

(Equipo de Investigación Universidad de Vigo, 2001, 17-18)

La globalización de la vida económica internacional afecta de manera directa a las empresas creándole retos debido fundamentalmente a la complejidad que impone a la dirección de las entidades, las restricciones que impone a las políticas económicas nacionales, así como a la creciente presencia de empresas extranjeras en el mercado nacional.
En un entorno de estas características la internacionalización aparece como una necesidad apremiante para las empresas. Sin embargo hay que hacer notar que es éste un proceso difícil, complejo y costoso, que incluso puede perjudicar a la empresa que lo emprenda si la misma no realiza previamente un análisis estratégico serio y riguroso antes de tomar tal decisión. Tanto el proceso como los problemas que de él se derivan son cuestiones que merecen la atención de gobierno, empresarios, académicos y medios de información. (J. Canals, 1991)